Cuando nací mi padre tocaba take five. Fue una locura. Creí que estaba en el paraíso. Era algo inuasual. Me empiné como pude y lo vi soplando el saxo. Take five sonaba grueso y duro. Me maravilló. Pasaron los años y olvidé todo eso hasta que caminaba por Bí0 Bío y escuché las notas de take five. Al principio no sabía lo que era, pero me gustaba. Me acerqué como pudo al local de donde emanaba ese sonido. El hombre resopló algo y yo sin un céntimo huí del lugar. Era muy difícil alcanzarlo. Apenas tenía 19 años y estudiaba una carrera que nunca ejercería. Mi padre estaba hospitalizado. Era un hombre enfermo. Ya no tocaba. De hecho era un sueño en la mitología de años muy remotos. Esa época de los sesenta. Los beatles lo habían invadido todo. Tuve una novia con la que me paseaba por esos lugares. Ella fumaba marihuana y yo apestaba a alcohol. Una vez que terminé la universidad me fui a pasear a un lago, entonces otra vez escuché los acordes de take five. Me endulcé en los brazos de la arena y dormí como nunca. Al despertar otra vez estaba en santiago, habían pasado veinte años, yo tenía cuarenta y mi padre aún enfermo ya no recordaba las notas de take five. Intenté olvidarme de todo. Viví como cualquier hombre hasta que un día, igual como los cuentos infantiles, volví a escuchas take five. Yo no sabía cómo se llamaba, pero un jovencito se acercó a mí y me ofreció varias versiones del tema en pocas monedas. No lo compré. Escuché las versiones, pero no las compré, aún recordaba a mi padre tocando el saxo cuando yo nací. Entonces, igual como esas películas americanas, me alejé del lugar y caminé mucho tiempo. El sol se puso a mis espalda y recordé el nombre de la melodía que por años me había perseguido, en realida recordé la voz del muchacho que me dijo es take five, el tema que ud. busca es take five y yo le ofrezco varías versiones. Yo no quería las versiones, quería el sonido viejo de mi padre tocando take five, al mismo instante cuando yo nací.
