miércoles, junio 30, 2010

LA FLOJERA

Lo consumía la flojera por todos los flancos. Tirado sobre la cama viendo televisión le daba flojera hasta cambiar de canal, tomar el control remoto, apuntar y disparar. Una flojera supina. Una flojera que le sobresalía por los pelos, las axilas, la ropa interior, la saliba. Una flojera que incluso impedía que La Muerte se le acercara, porque le daba demasiado trabajo enfermarse, ni los virus más atroces lo atacaban. Tal era su flojera que ni siquiera el sexo lo movilizaba a la pasión del coito y la eyaculación. Flojo como él, nadie en el mundo. Era tanta la flojedad que se pasaba los días pensando ahora sí, ahora lo hago, ahora sí, ahora me levanto. A tal punto llegó que cuando fueron a buscar su desastrozo esqueleto sólo hallaron los bomberos ceniza sobre ceniza, una lejía inútil hasta para despellejar maíz. Hasta tal punto llegaba su flojera que ni siquiera el último de los átomos que componían su estructura se plegaba a otro, por flojera a formar moléculas. en consecuencia, era tal su flojera que jamás había nacido un ser así tan inútil y flojo.

domingo, junio 20, 2010

ARENA BLANCA

Si después de tantos años, aún no era capaz de encontrarse a sí mismo, entonces qué hacía en un mundo como éste, muy simple, contestó: ver televisión, pasear a mi perro sobre la arena blanca, ver televisión.

domingo, junio 13, 2010

LA PUERTA

27 años después, torció por la esquina de Moneda con Brasil. Caminó unos cuantos metros y llegó a la Puerta. Era un día domingo. Otoño. Año 2010. Hacía frío. Esa puerta que una vez quiso abrir para encontrar La Eternidad, la Iluminación, el satori de los haikú de Basho: la suspensión del tiempo: el soplo de la vela. Estaba en el último rincón del mundo: La terra incognita: Chile. Miró la hora en su reloj pulsera negro: las cuatro de la tarde: "la hora de la nada" como solía decir a sus amigos de la oficina. Entonces decidió esta vez sí empujarla y entrar. Era una puerta vieja mal pintada y con una pátina que sólo el tiempo es capaz de otorgar como un galardón a las obras más famosas pintadas al óleo, encareciéndolas aún más en las subastas de arte. Sin embargo por ella nadie daría un céntimo. Estaba allí porque transcurridos estos 27 años nadie había comprado la casa cuya puerta admiraba este melancólico hombre vestido completamente de negro. Y allí seguiría cuando él la atravesase para por fin encontrar la eternidad en su propia sombra incrustada en la Puerta. Sólo que esta vez tampoco se atrevió siquiera a poner un dedo sobre la piel rugosa de la Puerta. Es más, comenzó a retroceder lentamente temiendo que ésta se abriera y se lo tragara. ¡Mierda!, dijo, soy un maldito estúpido. Entonces me acerqué. Dudé antes de retornar hacia ella, pero saqué fuerzas de mi interior y como si recibiese una orden del más allá, subrepticiamente inicié nuevamente mi rumbo hacia la maldita puerta endemoniada. Pensé que estaba enloqueciendo. ¿Por qué, si han pasado tantos años desde que la vi por primera vez, aún persisto en la sensación que ella alberga en su interior la Eternidad, la Iluminación, el satori que confieren los poemas de Basho, el soplar la vela y acabar con todo el sufrimiento, los temores, las posibilidades del renacimiento...? Confundido la enfrenté. Me quedé a sólo unos milímetros de ella. Una hoja de diario del día informaba a grandes titulares el inicio del mundial de fútbol en Sudáfrica y más abajo un choque horrible durante la madrugada con tres muertos: dos jóvenes de 21 años y una chica de 19. El conductor había salvado ileso: un joven de 16 años. Luego el viento alejó la hoja de mi cuerpo, pero alcancé a ver la imagen de un perrito pintado como un tigre en China. El viento que alejó de mí la hoja de diario me arrasó de frío, una gélida brisa que penetró hasta lo más profundo de mi cuerpo, entonces tropecé y caí sobre la Puerta: un socavón siniestro se abrió ante mí. Desesperado, comencé a mover mis brazos para evitar la caída, tratando de asirme a algo, aunque ya era demasiado tarde. Comencé a elevarme lentamente con una tremenda dificultad como si tras de mí hubiese un enorme peso impidiéndome avanzar libremente. Espantado sentí cómo me elevaba batiendo unas gigantescas alas negras, arrastrando conmigo los tres cuerpos de los jóvenes muertos rumbo a la más profunda oscuridad. Sin embago, mi espanto fue superior cuando me constaté otra vez frente a ella, con unas alas negras caídas, pero del lado interior de la infame Puerta.
(Puede sufrir correcciones: el texto que no La Puerta)

lunes, junio 07, 2010

TIEMPO DE SOÑAR

Qué espantoso ver crecer un árbol
en su calma evolutiva como si las nubes
fuesen su producción predilecta
y las instantáneas que se las lleva el viento
Así mismo surge un poeta
aún soñando -aunque envuelto en ironía-
con la grandeza de Homero
o Li Po ante la luna llena
Sin embargo un vaso de vino
y un cigarrillo le anteceden a la derrota:
La eternidad ha vencido:
Los Mall se multiplican a manos llenas:
El tiempo de soñar es una vitrina
con precios bajos y ofertones.

domingo, junio 06, 2010

CRISOL

¿Y si todo brilla con el color del oro
y no lo podemos ver?
Claro, el corazón revuelto aconseja
evitar la mirada a los ojos
Evitar en lo posible, aconseja la mente,
las citas los nombres las vanguardias
Es así como el hombre puede escribir
ciego en el desierto y ante la ola gigantesca
invisible dentro de la tormenta
como si todo el mundo mirase
fuera del círculo infinito pero limitado
del universo
solo ante los traumas la adversidad y lo peor
ante sí mismo con la muerte jalándole los tobillos

Tal vez ante un panorama tan incierto
sea mejor rendirle culto al avestruz
y como ella adorarla escondiendo el rostro
en un vacío más grande y negro que todo el Kosmos

Sin embargo el tráfago de la rutina y el verso
lo hace a uno irse de cabeza ahora sí
contra la propia sombra y como a un crisol
restregarla hasta arrancarle la piel oscura
y encontrar quizá un grano de oro...

...de ese que está por todos lados
pero ya nadie ve

 Cité clandestino * Dos almas en pena aparecieron cierta noche Ella más esbelta que él él un náufrago De una tierra miserable Se metieron a ...