viernes, marzo 27, 2015

SEGUNDO

los pies de plomo que tengo
naufragan dentro de una taza de café
hay muchas figuras de círculos en la calle
que se unen en un punto en el interior de la burbuja
confío en la nobleza de mis pasos
antes no equivoqué mi ruta
los antropólogos y los clérigos bien me continuaron
hice libros con ellos
disfruté galletas y zumos exóticos
anduve por algunos palacios de barro
nadie se preocupaba en sí de la moral como ahora la entendemos
estábamos desnudos y hambrientos comíamos heces y leopardos
hasta entre nosotros mismos disfrutábamos nuestras carnes
cosas que pasaron
los ríos muchas veces nos desconocieron
dormíamos entre el limo y los yerbajos
hablábamos por debajo contra los dioses
ellos nos sacudían las crenchas sin motivo aparente
creíamos que la humanidad estaba podrida
los alabábamos prendíamos incienso hacíamos sacrificios
pero nos lanzaban sus vendavales sus truenos y relámpagos
sus lluvias atroces sus asquerosas avalanchas llenas de cuerpos heridos
eso agota
pero los amábamos
cuando era la calma aprovechábamos de irnos a conquistar nuevas tierras
las guerras eras la fiesta del valiente
las disfrutábamos más que ninguna otra actividad
eso de ir a poner semillas en la tierra no iba con nosotros
nos preocupábamos de la astronomía eso sí
y de las estrategias para demoler al enemigo
pintábamos nuestros rostros
comíamos los corazones palpitantes
hacíamos esposas de las mujeres de los vencidos
éramos viles y cobardes supersticiosos
no dábamos un paso si los augurios no eran propicios
hicimos construir grandes pirámides
amplios senderos
ingeniosos acueductos
escribimos libros
muchos de ellos yo mismo los pinté
hicimos grandes incendios
poblamos la tierra con nuestra progenie
de todos ellos
tal vez fui el único
que no trascendió
me quedé pegado al fin de pescador
hice mis redes me fui a la mar
conquisté para mí una isla miserable
y eso no me importó
tuve una mujer
sencilla buena
armamos una familia humilde
tuvimos un hijo que se lo llevó la enfermedad
quedamos estériles
me fui envejeciendo
murió mi mujer
mi isla se la tragó un tzunami
se fueron muriendo mis animales
dejé la pesca
puse una semilla
tuve que doblegarme ante la tierra
me humille a los azotes de los hombres
me quedé callado
hice de mí un don nadie
me oculté en la multitud
fui la multitud
se murieron todos ellos
pero seguí yo
continúo yo
sin poderme morir


 Cité clandestino * Dos almas en pena aparecieron cierta noche Ella más esbelta que él él un náufrago De una tierra miserable Se metieron a ...