VENUS EN EL PUDRIDERO
Se supone que tus ojos
se han vaciado en los míos
como un océano lésbico y convulso
Te diría la vaciedad de todos los tiempo
no obstante incluso eso se desmorona
como una catedral moderna
En el vértigo Picasso Van Gogh
Vicente Huidobro Teófilo Cid
y la Venus en el Pudridero
PESSOA Y POUND
Pessoa Fernando se fue
calla abajo tras el zeppelín
(La canción es la misma)
Abrieron sus ventanas los caseríos
las gallinas irrumpieron picoteando
los borradores de Ezra Pound
La mañana apenas columpiada
por la brisa En el puerto
se divisan oscuros dos sombreros de copa
CÉSAR VALLEJO Y MALLARMÉ
Por septiembre los volantines
en Valparaíso la nube de polvos
de colores el aeroplano que
se enreda a los cables
de los tendederos públicos
Con esa misma tristeza del tiempo
de la juventud César Vallejo
ayuda a subir a la micro a un
vejete llamado Stéphane Mallarmé
quien por Avenida Alemania
aprovechará de echar una mirada
por una rendija en el desastrozo
teatro Mauri -casi lo quemanos
ese día ¿o no, Zombis?
CARLOS DE ROKHA
Retratados para siempre
aún jugaban los mandrágoras
a que la juventud jamás
sería vencida
(Y así fue, Carlos de Rokha)
RIMBAUD
Las oscuras ventanas de la tarde
el domingo Rimbaud escupiendo
arrastrando por Santiago el
aburrimiento de épocas completas
como si no hubiese nada qué hacer
y lo único importante pernoctar
bajo los puentes junto a los gatos
de la noche para siempre despertar
a las cuatro un domingo cualquiera
NADJA, RIMBAUD, CERNUDA.
es mágica la esfera
y la mano en el guante rojo
el codo de mademoiselle Nadja
y la incredulidad del Gurú
Abajo del Sena les clochards
advierten a Rimbaud y en
otro flash Luis Cernuda
se extiende sobre su flor azul
y su quimera
TOULOUSE-LAUTREC Y CLAUDE DEBUSSY
Flor de la frivolidad las chicas
del Cancán Alzan sus piernas
en contacto con ese ojo lascivo
el conde Toulouse-Lautrec
chorreando el vino por sus telas
para terminar abarazando
a Claude Debussy
FEDERICO GARCÍA LORCA
La sonrisa siempre viva
ante el daguerrotipo como si
la muerte fuese una humorada
la misma que elevó a Franco
y puso un cañón en el ano
extralúcido de Federico García Lorca
BUÑUEL Y DESNOS
Esa alegría ingenua
ese transcurrir profundamente liviano
un sombrero de copa una verde
corbata una estrella bermeja
un piano un sainete
un trompetón por la mañana
la velocidad de luis Buñuel
los ojos rojos en Robert Desnos
el automóvil traqueteando
a la velocidad del cine mudo
GEORG TRAKL
Sobre los alambrados de las trincheras
canta el pájaro azul más hermoso
que el rostro de su hermana Georg
Trakl atraviesa el campo borracho
e inyectado en medio de las tripas
hirvientes de sus amigos
ENRIQUE LIHN, RODRIGO LIRA
Octubre del '80 Enrique Lihn
en su sombrero de copa
escucha la lluvia los poetas
jóvenes fiestean a su alrededor
besan sus labios pudrientes
huelen el dadaísmo que fogonea
de su boca
lo fotografían al lado de Rodrigo
Lira leen sus poemas bajo el agua
mientras él continúa en ese sueño
viejo desdentado habitando un palomar
aguardando que el círculo se cierre
para ver caer al mendigo
disparado contra el cielo
NERUDA, BORGES, LOVECRAFT
En una vieja plaza
apoyado contra el banco
Neruda argolla infamias
sueños de halcón
sobre los ríos de Lovecraft
Borges aguarda como un niño
sorprendido aguarda la reconvención
Una mosca cimarrona chalada
pellizca las palabras verdes
que se pierden por los resquicios
Neruda azota la mano
contra lo que fuera su rostro:
una fría pantalla de televisión
en blanco y negro repite
la secuencia de un avión
infinitamente despegando
(FATAMORGANA)
NICOLAS GUILLEN
Habrá alguien oído el coraje
de esos huecos árboles
sus máscaras los rostros
inundando la selva las plumas
del quetzal dibujando el cielo
sus sombras ebrias por los senderos?
Los zambos ejecutaron la danza
febrilmente halconada sin embargo
en el transcurso sus ojos fugaces
establecieron el ritmo de los tambores
tras las vírgenes y los santos castizos
Nicolás Guillén tamborilea sobre Cuba
en su hamaca plagada por mosquitos
Su sangre son miles de serpientes de cascabel
tigres y balazos
Nicolás Guillén bebe su ron vacío
en una copa invisible mientras su
pellejo arroja furia leyendas y tambores
y un quetzal lo contempla gatillando con
sus plumas los ritmos de Centroamérica
EMILY DICKINSON
La turbia marea de los años
me llevó sobre los sargazos
adentro de una tormenta:
era la única entre los pliegues
erizando avenidas frutales:
La soledad me dio un aire irreal/
fumar relajado oler lo suntuoso
desgajar la sonoridad de las cosas
Puede que en estas piedras encuentren
mi cintura tatuada o mi ojo perverso
En esta silla que inundé de gemidos
nada simpático para las hienas
ni amores óptimos mendigos de fotonovelas
O estrellas chillonas de putas
en sus felpas orgullosamente manchadas
o sortijas anillando tesoros de Blake
O quien viera a Marlene Dietrich en su cinta
la pasmosa huecura de su vientre
Por los matorrales al fin aprecié mi rostro:
cada helecho era uno distinto
Agradaba ir descalza liviana ribereando el río:
La brisa galopando en esos arbustos
inacabables gotillas husmeando los pubis
De golpe arrojarse sobre la felicidad
y como Woyzeck asesinarla sucesivamente
luego oler el cuchillo lanzándolo a la
Diosa del Lago -Excálibur- guiñándome
seductora para siempre sus profundidades
Una niña de "dulce piel" abrió mis piernas
Como una burbuja unió su pelvis
a la mía vieja catedral de aguas antediluvianas:
el cosquilleo de sus guedejas inoculó
aquello que la palabra desintegra
En estas fotografías tiradas en la cama
los cabellos y las uñas crecen: esa
fue la manera encerrada en esta casona
que cogí lo que siempre hube negado:
Un sabor sobrecogedor que si transmitiera
hoy reirían de mí como lo hicieron Rimbaud
GINSBERG, ARTAUD, BATAILLE
Ginsberg susurra la oreja
ida de Artaud:
Le dice: "Te amo"
y él se sonroja no por eso
sino que en San Diego
las putas han abierto
su corazón
adonde al fondo una manzana
aloja el rsotro de un
niño cínico que se
masturba frente a Bataille
maravillado boquiabierto
apoyado en las bambalinas
RAUL GONZALEZ TUÑON
En Buenos Aires
otra luz abre los callejones:
alguien que ya no mira de aquí
un vuelo
Raúl González Tuñón
hallándose de golpe en
medio del tráfico
con las manos perdidas
en sus bolsillos
buscando el retrato
y la navaja
BAUDELAIRE
Nos sentamos junto a
Baudelaire y su puta:
Valparaíso no era el mismo
y en Iquique los homosexuales
se reventaban fumando pitillos
paraguayos: era por
entonces la calle Thompson:
Con su vela metafísica
un anónimo poeta buscaba
el rostro ido de su mujer
la misma asesinada por el
rencor furtivo de su hermana
la misma impalpable en el
retrato vivo de Baudelaire
PASTERNAK, ESENIN, MAYAKOVSKY
Te brillarán los ojos
Pasternak sin embargo
Serguei Esenin vaga
silencioso por la Plaza Roja
entra al bar
gritando a Mayakovsky
se meta su suicidio
de donde mismo no debieron
haber salido sus poemas
e irónico Mayakovsky retruca:
"¡Un trago, compañero?!
Y borrachos aguardan el amanecer
en la Plaza Roja
a la que Pasternak se acerca
pálido y canoso
errastrando partituras
para cubrir los cuerpos
y limpiar la sangre
que derramaron de más
en su intento por escribir
un poema
sobre las nubes
en una corteza de abedul
o sobre la cola del piano
donde Pasternak versa
con las escurridizas gotillas restantes
RIMBAUD
Aunque lo dije todo
y todo lo hice
en el infierno del Dante
ardo en mi furia
inagotable
y ante Dios paso
como un mocoso precoz
capaz de arrebatarle
un día
su aseidad añeja
GOYA
Eres la maja cubierta
y así te quedarás
dormida y sola
deseada por los poetas
y los camarógrafos por
los coleccionistas y los burócratas
que te han traído un ramo
de rosas
pero así te quedarás
dormida y sola
saboreando una saliva amarga
en sueños en que posees
a tres muchachitas
de trece años que han posado
para ti
desnuda y sola como
tú
ante
Goya
MARCELINA DESBORDES VALMORE
Marcelina Desbordes Valmore
se lanza desnuda del
buque nada al desierto
con su flor azul
pergaminada en sus labios
En una playa abandonada
abre sus piernas al mar
mientras el sol lame sus hombros
Perfilada en el horizonte
sobre la arena un manchón
blancuzco señala que ella
estuvo allí entregándose
al sabor dichoso de su cuerpo
NIETZSCHE
A lo mejor todo es repetición
y sí
nos encontraremos
en otro tiempo Yo no lo sé
pero visité a Nietzsche
mientras escribía Mi Hermana
y yo
Ese manuscrito que
aún guardo celosamente
bajo mi cama
NATURALEZA MUERTA, 1992, Inscripción Nº 85.162, Santiago de Chile.