entre trenes y autobuses
siempre corriendo
de mañana y por la tarde
avistado el freno
en otro horizonte
el rostro acucioso perfilándose
dentro de la multitud
engreída y apática
llorando lágrimas de piedra
embutida en jarrones griegos
los pies ligeros y los brazos
como alerones violento
mitigando al sol tal vez
un rato más en la calle
lejos del cementerio
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