en su calor interno reflejaba mi ausencia
¿a qué te vi en el sueño naranja de mi perdición?
había un templo destruido y tú lo habitabas
el frío me invadía no sabía cómo manejar la tormenta
de mis emociones mi fidelidad huérfana de tu presencia
eras gorda como una madona santa de botero
yo ilusionaba un amor desbordante más allá de la muerte
giré en un círculo dibujado por tu pie arrastrando la vesta
el fuego ardía fuera de él y tú te congelabas aunque era tuya
la llama nacida de tu pecho repleto de miles de doncellas
como una llama pequeñita y naranja comenzó a salir de mí
la sangre fluida lentamente en dirección al abismo:
estaba solo y estaba feliz por un segundo en el fuego eterno
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