contagiado quizá por un número
que desconozco
y que se me viene como una imagen
de un tren rumbo a la muerte
los rostros de los niños comidos por las ratas
los satánicos gendarmes gritando alto
y sigan un torbellino
deshumanizado robando y muriendo
miserables rastrojos que se arrastran
prostitutas que lloran un tubérculo
con el corazón destruido
en sus mentes la desolación y sus hijos
desvaneciéndose en la nieve
las manos crispadas arrebatando piltrafas
a las enfermas que caen de las camas
como fruta vencida del árbol de durazno
hermosas calaveras que alguna vez fueron
hermosas mujeres vagando
ángeles monstruosos azotando desaforados
y comiendo sexo de la miseria
retahíla de demonios invitados al acicate
como si el infierno se hubiese vaciado
en ese carnaval grotesco insano brutal perverso
universo pervertido gobernado por satán
aquí mismo y en la Tierra
mientras el resto hace que ignora
la verdad de una raza enferma
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