cuando ya no hay ayer ni mañana
deteniéndome por un segundo
pero iniciando la marcha instantáneamente
corriendo una y otra vez
levantándome y cayendo
respirando y dejando de respirar
sudando a raudales
saludando al sol y a la noche
con pienso para el mediodía
y un café negro por la mañana
escribo en los bordes del tiempo
huyendo rápido de mí mismo
(sin terminar)
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