las diminutas presencias de las almas
los gritos cifrados de la profunda oscuridad
los números y las letras encadenando el tiempo
son miradas inmemoriales y perdidas
iluminando tu taza de café y tu sombra
en recónditos y remotos lugares se fusiona
la decrepitud y la novedad elegantemente
estamos solos en este cuarto iluminado
amorosamente por un vano candil
yo me he puesto a lavar la loza blanca
miramos hacia la noche apoyados en el alféizar
otros ojos quizá contemplan nuestros iris iridiscentes
arriba siempre el cielo y su luna negra cerril
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