el número uno cementerio de Iquique
y subo la enclenque que arriendan
en la entrada escalera hacia tu nombre
asciendo sin ángeles ni demonios único
movido por la conmoción y contra el olvido
abandonando detrás la sombra de mi ira
y el enojo contra la muerte sorpresiva
alcanzo al fin en las alturas el jarrón de cristal
donde pongo la roja rosa al centro de tu ideal
corazón y como una fiera me estorbo entre
la razón y los días que me quedan por vivir
entonces miro hacia abajo y la sombra roja
de la rosa cubre la mía acunada en tu abraso
(abraso es intencional, de abrasar: quemar, reducir a brasas)
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