caen las sombras en los sacos de la lejanía
vacío queda el piso
brilla como la ausencia
la corona de la soledad restalla también
los muros blancos permanecen
las cortinas ya no se balancean
sólo los goznes de una puerta crujen
batidas por el viento
el azogue vibra sin imágenes
restos de agua en un vaso
la ventana abierta hacia los postes que se pierden
hacia el infinito sobre la piel del desierto
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