jueves, marzo 19, 2020

EN ESTA PARTE DE LA CIUDAD


El río desolado está más que muerto
con sus pezuñas tratando de alcanzar el milagro de la tierra,
ferias y paseantes se estiran como gatos.
Ha pasado una turba y lo ha quemado todo.

En toda la ciudad no queda nadie
y han salido a festejar los insectos y los hierbajos,
pían algunos pájaros sorprendidos
sin poder ubicar un árbol en los callejones.

También están las culebras y los renacuajos
felices en medio de los empozamientos.
Han salido igualmente fieras descorazonadas
a ponerse al sol del menguado otoño.

Todos los humanos encerrados en sus madrigueras
contemplan con tristeza desde sus balcones
al águila orgullosa y al cóndor placentero
sobrevolar un nítido cielo inaugural.

De todas partes asoman en algarabía
tanta araña murciélagos huemules y llamos,
masticando los pastos a los pies de la cordillera
y como si esto fuera poco, salen los peces.

El río, entonces, ronca otra vez y sonoro
impone impetuoso su larga cabellera de invierno.
Hasta un delfín de agua dulce trepa por escaños.
Los seres humanos solo observan el sacrificio.

Pareciera que todo se reordena y que de alguna parte
de la galaxia, un meteoro hará el milagro:
Olas gigantescas limpian las grandes zonas
y si hubo ciudades, hoy hay selvas y montañas

ríos estruendosos y lluvias torrenciales,
espléndidos habitantes comiéndose unos a otros,
vacas y ovejas pastando iracundas como leones,
murciélagos reyes de todo el globo terráqueo.

19032020
Mañana.

 Cité clandestino * Dos almas en pena aparecieron cierta noche Ella más esbelta que él él un náufrago De una tierra miserable Se metieron a ...