miércoles, marzo 01, 2006

Soñar Buenos Aires

CONFIGURACION DEL ESPANTO.

Ojos vacíos en medio del pánico:
(arrastrada por el piso el arma
mordiendo el pecho que huye)

Un par de besos, adioses...y...

Cada vez la húmeda calavera
Que salta en su propia sombra.
Cada vez más hacia mí
Me abraza, dice Te sugiero
Y se sumerge en su calidad asombrosa.
-Aunque nada quede de ello.

Es la sangre que recorre desiertos.
Adonde llegue será inútil.

Haremos un buen brindis, nos
Abrasaremos; en pequeños detalles
La entropía nos consumirá.



PAISAJE EN UN BAR.

Miro otra vez: qué miro, qué se adentra en
Mi pecho, se arrellana, alcanza la región,
La que apenas rozan los sicoterapeutas,
Pasaje por la ciudad como el terror del
Fusilamiento.
Comer trozos de niños violados, líquido
De bestia herida,
Mi frente, mis ojos a pedazos
Sobre la mesa.

Qué miro, ya no miro, el punto negro
Del universo absorbiéndome, proyectándome
En eterna espiral de asesinatos.
Para qué los cambios, dónde? Puede pasar
Veloz la otra santa, sin embargo,
Ojos hechos trizas sobre la mesa,
Carne de niños
Y mi propia perversión inamovible
Girando en la rueda
Entrópica del infinito.



FLOR DEL ABISMO.

Si el viento nos atrapa en la ventana
Apenas los dedos lo sufren,
La pared tiene el labio de la navegación.

El canto ácimo de la sirena
Exalta la piel que la humilla:
Islas blancas en mar de piedra.

Azotándose en los barrancos
El corazón -añicos en el agua.
Llenas las bocas de gorgoteos.
Los cuerpos calados en la cima.

Y flotando en la vacuidad lo que
Tal vez nos fue extirpado del pecho.



AROMA DE LA MUERTE.

No era su nombre sino la locura
De un abrazo, un beso, una caricia.

En su propio rostro la ciudad
Bebía, bebía sus líquidos sexuales.

Giraba el cielo hinchado en sangre
Con miles de voraces roedores.

Un ídolo de jade asomaba furtivo:
En sus labios violándose los seres.

Cada miligramo de sudor chorreaba
Carne ácida por los cuerpos y las veredas.

Envueltos y ocultos en ruinas de adobe
El frío, el temor, el olor de la muerte
En la ternura.



ARBOL DEL TIEMPO.

Desnuda la mujer
Se pasea en silencio.

Desnuda su rostro
Alegre
Destella gestos
Nutridos en el ardor.

Desnuda la mujer
Ahora se tiene niña,
Hunde sus pies en el barro
Y de la rama de un sauce llorón
Cae –desnuda-
Al pozo del tiempo.



PLACERES INFINITOS.

Hay una mujer en la ciudad
En alguna calle cualquiera
Contemplando un retrato
Con los labios enrojecidos.

Siempre está en las nubes
Desnuda sobre la cama.

Hay una mujer en la ciudad
Cálida, hermosa,
Entregada a placeres infinitos.

Nadie la toca, nadie la ve,
Pero su piel arde
Contemplando un retrato.

Hay una mujer en la ciudad.



DESNUDEZ DE LA CALMA.

Es bella la noche
Y la luz en la ventana.

Mis padres en su vejez
Parecen volar a las esquinas
Donde se escuchan los tangos.

Reordeno antiguos poemas
-no me asusta mirar el cielo,
el mismo de la infancia en mi ciudad.

No puedo –aunque apague la luz- dormir.
-Pero no tengo miedo:
alguien contempla las estrellas
desnuda entre los álamos.



CIUDAD

La ciudad expele su aroma
Que a muchos hace vomitar.

Pero ya nada importa.

En la ciudad, intensamente,
El aroma fue una mujer,
Absolutamente una mujer.



MAR. (visión)

El mar
Se estremece
Con un deseo inusitado.

Una sábana blanca arde la noche.

En el rostro
Las luces
De la ciudad
Y el viento.

La serpiente emplumada
Se precipita
estalla
vibra
y
desaparece
En la infinita
Sed de la arena.



SOÑAR BUENOS AIRES

El ojo que mira
A través del cabello.
Los gladiolos en el muro
Tras la ventana salvaje.

Nadie navega allá.
El viento es una cortina rota,
La nostalgia de remotas ciudades.

Aunque el iris se oscurece
Los pezones de luz inmóviles
Atacan la migración de las sombras.

El aire es el molde
Del cual se nutre el tiempo:
Besar unos labios, soñar Buenos Aires.



ANGEL BORRACHO.

Oh, lo insaciable de la mesa con su taza
Y su azúcar, nebulosa sobre lívido mantel.

Vienen los odios a refugiarse en la saliva
De un animal que ronda la cruz de su martirio.

Oh, las migajas irreverentes que al santo
Ocultan el secreto de cierta locura abandonada.

Los chismes se apoltronan para beber a gusto
Mientras del grifo descienden chorros de sangre.

Oh, el cuchillo rasgando la fruta insensible
A la bestia que en su quietud se azota.

Dos viejecillos quién sabe de dónde tiran un cordel
En la misma boca herida de la perpetuidad.

Oh, la niña en la mesa que juega perdida
Con un ángel borracho delirando en su dolor.

Tan sólo el aire encalla alrededor de las cosas
Y se desviste junto al cuerpo desnudo de La Muerte.



IMAGEN QUE ARDE.

Algo se quema en la casa
Con una lentitud pasmosa.

No tiene causa aparente
Pero arde fraguando ilusiones.

Nadie la detenga ya,
El cielo se hincha como un embarazo.

Y calles, domingo y ferias,
Nada completa ese infierno.

Algo arde entre los muebles,
Las tazas, las copas servidas.

Ni un beso, ni un hasta mañana
O un columpio vacío en un árbol

Contienen el agua que en su transparencia
Ahogue el sueño de la imagen que arde.



GUSANO.

Soy el gusano fresco mantenido
En una pared cuyo papel se llora,
Rodeado por hechizos velones que huelen
A amoríos de mujeres hambrientas.

Mañana bajo los influjos del zodiaco
Escucharán la progenie
Oscura de los niños fusilados.

Y si entre las piernas los cadáveres
Semillan filmes morbosos verán
Que él se va con su cuerpo en ceniza.

Contiguo a mi festín el hoplita hace su arma,
Tiene los ojos fulminados con guerras
Que de a poco fueron olvidándose en los libros.

En todo caso para que mi cuero sea página,
Entre mis escasísimas cosas guardo
Esto que hace agujeros, también seca,
Pero carece a más no poder, del deseo.



SEÑORES DE LA GUERRA.

Estaba escrito: la ofrenda de la sangre:
Rapados amados los dioses
Orinan sobre los cadáveres.

Qué importa: hemos tragado la pus del ojo del diablo.
Las madres se quedaron mudas y violadas.

Cuando se arranca el pecho de un hombre
Reír rayando los muros asquerosidades a las hijas.
En breve los gusanos proliferan su
Mefítica sinuosidad dejando sólo
Quijadas, tiras de ropa y joyas.

Ahora llueve. Los que un día partieron
Los vemos regresar; los que regresan
Nos ven irnos partidos por el odio y el miedo.

Escrito en los muros el ritual de la tribu:
Los que miramos a veces vemos dioses,
Demonios o tan solo el ansia de la carne muerta.



CUMBRES VACIAS.

Hacia dónde iremos tú y yo?
La bruma esconde la eremita.
No, no. Una risa grotesca golpea los muros.

Varios sonidos escribieron lo que te duele.

Hacia dónde iremos tú y yo?
Mucho más lejos
El cuerpo se carga.

La Tierra, mis manos
Y tú cerca de la tumba
Lees un poema.



ROSTROS.

Cuál de todos los rostros
Vendrá por la calle
Arrastrándose?
Qué mirarán dentro de mí
Con sus ojos llenos de humo
Y una burla en sus bocas?
Hacia dónde luego
Seguirán su camino
Cuando haya muerto?
Qué se dirán
Más allá
En sus orgías de sarcasmos?
Y cómo harán creer
A todo el mundo
En su burla eterna?
De qué manera
Se harán oír
Arrastrándose por las calles?
Quién pintó
Esos rostros
En los bordes de mi piel?



RITUAL.

Retumban
En manos infinitas.
Es el ritual.
Los labios del sol
Besan las plumas del águila.
Nosotros danzamos.

(Alguien unta su cuerpo en azufre.)

Miles de cuerpos estallan en la nieve.
Cómo hallar el tatuaje de mi rostro?

La brisa levanta la ceniza.
Aúllo bajo la luna transparente.
Escudriño los llanos.
Desnudo doy mi cuerpo a lo que hay más allá del sol.
Al amanecer oculto los dolores.

Oí a mi padre.
Dentro de mí lo escuché.
Ellos, enloquecidos, contemplaban:
Mujeres, niños
Destrozados, sangrando
En silencio, quemando
El dolor de la carne herida.
Mi abuela bebió agua
Que reventó en sangre
Por su cuello.
Oí a mi padre.
Dentro de mí lo escuché.

Por los acantilados busco mi rostro:
Alguien lo arrancó de mi hueso.
Muchos dijeron que era demoniaco.
Yo humillé mi cabeza,
Removí el polvo –busco mi rostro-
(Escuché que la serpiente
era la montaña.
La montaña que escupe fuego)

Allí la señal, en los cielos.
Era evidente el fin;
La eternidad, ilusión;
La tierra, de otros.

Al tocar el agua del grifo,
Mi cuerpo desapareció.
No había leyenda,
Sólo huesos con inscripciones
Perdidas en la memoria.



EL LIMBO DE LOS LABIOS.

Cómo miramos sus rostros?
Tal vez como si fuese
Aquello que de reojo indagamos
Y nos da pavor?

Cómo miramos esos vientres
Rompiéndose en los hospitales
Mientras una niña triste
Nos involucra a su silla de ruedas?

Tal vez sea como el amor?
Tal vez sea como decir
‘te quiero’
mientras crece el aguijón
que difumina toda la familia?

Cómo miramos a esos niños
Que babean y escupen fuera del lugar
Que nosotros escupimos?

Cómo miramos sus voluntades
Que se apagan en nuestros brazos?
Tal vez como un gran dolor
Que crece estigmatizando al niño
Que juega en las calles?
Cómo miramos a esos niños
Tan pequeños que de pronto
Comienzan a vomitar sobre
Todas las bocas que dicen
‘salud y buenos días’?

Dime, dime tú, ¿cómo miramos
A esos pequeños que, alegres,
Se destrozan entre nosotros?



PARTO.

Un vientre abierto gélido en la camilla
Con aroma desesperado tal si nadie
Viera la destrucción allí:

La gruesa multitud blancamente loca
Se apodera de su ausencia.
Con sus manos sucias desparraman
Jeringas y gasas.
Los trajes manchados de sangre
No ven sino la muerte con burlas.

Y son muchos los vientres abiertos,
Pero único el que se congela.

Unico el que se muere gritando
Su dolor en medio de la turba
Loca que devana, zurce y se
Engolosina con un trozo de hamburguesa
En los cafés de la Morgue.



SECRETO PANICO.

Con sólo ver su ojo
El pánico parece un juego
Si uno quisiera atreverse
A dormir en sus aposentos.

No es la gruesa muerte la que
Se dedica a matar niños
Ni la intoxicada locura.

No es la ciudad la que ahoga
Sus moradores,
Menos la noche con sus miedos.

Hay algo más grande que espanta aún,
Algo que se mete bajo las camas
Y busca los mejores alimentos.

Hay algo más poderoso que la Muerte que mata,
Algo que no da tiempo a pensar
En otro día o un Apocalipsis inminente
Hay algo peor aún que la Muerte que mata
Y no son las tragedias ni las enfermedades,
Algo que tan sólo en íntimo secreto
Nos besa y se nutre de nuestros sueños.



ANGEL MORTAL

He descendido a la tierra
Al cuerpo abierto en la cama
Las tazas de café
Los zapatos húmedos

Las calles están con lluvia
Un sol frío rasguña mi rostro
La carne está cansada

He descendido a la tierra
Al espejo desnudo
A la cicatriz voraz del hambre
Del vacío



LA FRUTA DEL ASCO

Dónde está la mano que anilla
La sombra de su ansia?

Camina por los bulevares
Donde los huesos son la fe del asombro

Algo llega. Algo se huele
Como lo que trae el viento en su orgasmo

Tierra vacía de la tierra
Huyen las moscas en batallón hambriento

Vieja piel la del rito al pie del tótem
No hay nadie: nada más el aire
En torno al aire



BESO

Abriremos en las bocas el dulce de la timidez
Y cada labio abierto sentirá el goce
Del labio extendido

Una fugaz mirada atesorará
El frescor de la noche
En sus pupilas

Entonces, dentro de millones de años
Una boca besará una boca
Bajo el sol juvenil de la calle



BREVEDAD

Es la brevedad
Lo que me duele
La sangre fluyendo
Para ser otra sangre
La inmensa ternura
De una mano envolviendo
Mi rostro

El humo del cigarrillo
Perdiéndose en los
Rincones de la luz
El beso prohibido
Que me busca en la noche

La suavidad de un cuerpo
Que se muere en su deseo

Es la brevedad
La que me duele

El camino incierto
De la niña en su memoria



POR CIERTO

Cada día en que el sol se oculta
La lejana figura pierde su mirada:
La muerte viene en los llamados.
Ya no sabe quién trae del brazo.

Oculta, oculta, sonora extrema,
Sin la voluntad de siglos,
Olvidada, la leña ardiendo en su hombro,
Desmenuza, desmitifica los collados.

Ya de un mundo primitivo, los focos
Glorificados como una virgen enferma,
El anís de los labios prefigura lo inasible.

Por cierto, todos quisimos burlarnos,
Fotografiamos inscripciones crípticas,
Bebimos un café, amamos la repulsión misma.

EL HOMBRE SIN MISTERIO, Proyecto Antropía,Inscripción Nº 143.475, Santiago de Chile, Noviembre 2004, I.S.B.N. 956-299-423-6

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