Barriendo la sangre teñida blanca
el rostro impávido ante el espejo
los ojos giran inmóviles en el fósil
mientras el grito permanece sumergido
bajo miles de toneladas de concreto
Un Chile muy viejo arrastra un rostro
colonial pesado como una lápida de acero
dentro de miles de jaulas se encierra el vómito
animal del indio y el zambo y el mestizo atrapado
y reiterado en la crueldad
Nadie ve sino la sombra de catedrales
góticas hacia un cielo que no es más que
dispersión de la luz
un cielo abierto y negro en el pecho
del mimo
Ellos abren sus bocas señoriales
sus hijos gordos como gusanos
rosados se columpian en la estrella
a parte de ese paisaje nada más
existe ni siquiera la sangre que estalla
O la muerte que se presta al bandido
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