Es frecuente verlo molestar
a la gente por la Plaza de Armas
con su risa blanca como pañuelo
de cueca brava y esos ojos saltones
como de borracho tirado ojos rojos al sol
en Avenida la Paz a pasos del Cementerio
Yo arranco como muchos a perderme
antes que con su maletín huero
se venga a mi costado y como una sombra
alterna me vega a jugar caro ante la algarabía
de la concurrencia que me apunta
muerta de la risa
Pero no logró escapar a su asecho
y cuando me ve muy lejos de un salto
como una locomotora al descarrilarse
llega a mi lado y de un brinco de cabra montaraz
sube a mi espalda y cuelga como un trapo
o como un cadáver de un muñeco
gigante y mecánico
Al fin cansado sonrío amargo también
me ha ganado el gran truquero otra vez
me ha ganado y como la muerte
se me ha venido a mi lado
y ya no ha querido soltarme hasta que
en Avenida la Paz, cuando ve a toda esa gente
lanzar pétalos de rosas y hermosas flores
como un molusco se despega de mí
huyendo despavorido y gritando
si era una broma nomás, no había
que alterarse tanto, era una broma nomás
perdiéndose como un niño en la multitud
como un niño blanco y sonriente buscando
la mirada negra de uno como yo que golpea
la puta madre como yo de este mundo maldito
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